miércoles, 15 de septiembre de 2010

el jaCaranDà





En la provincia argentina de Corrientes nació esta leyenda en torno al jacarandá, árbol de bellas flores...

Cuando los españoles comenzaron a poblar Corrientes, trayendo consigo a sus familias, vino a habitar este suelo un caballero que traía consigo a su hija. Una bella jovencita de escasos dieciséis años, de tez blanca, ojos azul oscuro y negra cabellera. Se instalaron en una zona no muy retirada de la ciudad de las Siete Corrientes, en una reducción donde los jesuitas cumplían su misión evangelizadora y civilizadora, enseñando no sólo el amor a Cristo sino también a cultivar la tierra a los guaraníes.
Entre los jóvenes de esa reducción se distinguía Mbareté, un mocetón
veinteañero alto y fornido, que trabajaba la tierra con tesón, como queriendo arrancar de sus entrañas toda su riqueza y sus secretos.
Una tarde en que Pilar -la joven española- salió a caminar en compañía de una doncella que la servía, vio a Mbareté y fue verlo y prendarse de su apostura. El indio también la observó con disimulo al principio, con desenfado después, y admiró su blanca piel, su negro cabello y el color de sus ojos.
El encuentro fue fugaz. Tan sólo intercambiaron una mirada. Pero Mbareté la siguió con la vista hasta que la joven desapareció entre unos arbustos. El indio buscó la forma de que el jesuita le asignara tareas cerca de las casas y, en silencio, hurgaba por cuanta abertura había, para poder ubicar a la joven.
Pilar, entre tanto, no podía borrar de su retina la imagen del joven aborigen. No podía olvidar lo hermoso que le pareció con su torso desnudo, cubierto de gotas de sudor que le parecían chispas del sol que se le pegaban al cuerpo, al estar realizando su rudo trabajo.
No pasó mucho tiempo y un día Pilar y Mbareté se encontraron. Esta vez las miradas fueron largas y profundas. Tan profundas que -sin palabras- se adentraron en el espíritu de ambos, mutuamente.
Mbareté pidió ál sacerdote que los instruía que le enseñara el castellano. Y aprendió rápido todas aquellas palabras que le sirvieran para expresarle a
Pilar que la amaba desde el primer día en que se conocieron. Y buscó la forma de encontrarla a solas y poder hablarle. Y esa oportunidad la tuvo el día en que halló a la joven rodeada de indiecitos a quienes les enseñaba el catecismo. El joven se acercó al grupo y sin musitar palabra permaneció observándola hasta que los niños se fueron.
Entonces, Mbareté caminó junto a ella y, ante su asombro, le habló en español -balbuceante, al principio- para confesarle su amor. Pilar se ruborizó, se sintió confundida, quiso ocultar sus sentimientos, pero sus hermosos ojos azules y su cálida sonrisa la traicionaron y el joven pudo comprobar que era correspondido.
Los encuentros se repitieron. Mbareté le propuso huir juntos, lejos, donde su padre no pudiera encontrarlos. Le habló de construir una choza, junto al río, para ella y allí unir sus vidas. Pilar aceptó y, cuando la choza estuvo concluida, amparándose en las sombras de una noche en que Yasy les brindó su complicidad, escapó con su amado.
A la mañana siguiente, el caballero español buscó infructuosamente a su hija, hizo averiguaciones y alguien de la reducción le comentó que la habían visto frecuentemente en compañía de Mbareté y que éste también había
desaparecido.
Furioso, el padre convenció a varios compañeros para que lo ayudaran a
encontrar a la pareja y, fuertemente armados, comenzaron la búsqueda. Pasaron varios días hasta que descubrieron la choza junto al río. Sigilosamente, tomaron posiciones para observar a sus moradores. Así vieron llegar a Mbareté en su canoa, con el producto de su pesca, y vieron también salir a Pilar a recibirlo.
El padre de la joven no resistió la visión de la tierna escena de los amantes abrazados y salió de su escondite gritando el nombre de su hija y apuntando con su arma al indio. La joven vio el fuego del odio en los ojos de su padre y comprendió lo que cruzaba por su mente. Trató de evitarlo; de explicarle su actitud, pero el español siguió avanzando con el dedo en el disparador. Pilar se interpuso entre los dos hombres en el preciso instante en que la carga fue lanzada y cayó con el pecho teñido de rojo, fulminada por su propio padre. Al ver esto, Mba-reté quedó atónito, tieso, sin atinar a defenderse. Fue entonces cuando otro disparo le dio en plena frente y el joven se desplomó sobre el cuerpo de su amada.
El padre, dolorido e indignado, no se acercó siquiera a los cuerpos yacentes e instó a sus compañeros a volver a la reducción. Esa noche, la imagen de su hija no pudo apartarse de su mente, y con las primeras luces del alba, inició el camino hacia el lugar donde tan tristemente terminara ese amor tan grande que motivó que los jóvenes se olvidaran de sus
diferencias de raza.
Cuando llegó a la choza, el español no halló restos de la tragedia y en el
lugar donde la tarde anterior yaciera la pareja -sin que existiera ningún
rastro de la sangre allí derramada- se erguía un hermoso árbol de tronco
fuerte, cubierto de flores azul oscuro que se mecían suavemente con la
brisa.
El hombre tardó en comprender que Dios había sentido misericordia de los enamorados y había convertido a Mbareté en ese árbol, y que los ojos de su hija lo miraban desde todas y cada una de las azules flores del jacarandá. (*)

(*) Fuente: Cuentos y leyendas de la Argentina, Barcelona, José Olañeta Editor, pp. 57-60.


graxias ceCi por la foTo de los jaCaranDas en floR en avda belGrano, roSario

CANCION DEL JACARANDA
de Maria Elena Walsh
traducida al guaraní
por Lia Mar (Celia Marín Dionisi)

Carova Purahei

Eetepe ha Oestepe
Oky ha okyve vaera
Petei yvoty ha otro yvoty hovy
Carova regua.

Pe guaigui oi ikuape
Pero ya osê tama
O hecha hagua iporaha pe roy kui
Pe carovagui gua.

O puka umi cuati
ja jaja jaja
porque la yvytu
o mo kyryi carovape.

Pe yvaga raãnga
Tape poi pe oi
Y ryjui ha kuatia sakã
carova gui guá.

Pe yvytu peteî ava pajeicha
Ou koarupi
Ha huguaipe oi typei
Pe carova raangã.

O hasaramo mboe' roga rupi
Ikatu mitakuera o ñe mbo jegua
Carova guigua scarapelape.

6 comentarios:

  1. Maby, hermosa entrada !
    Pensaba en algo referido al Dia de la Primavera cuando hablamos de las fotos, pero ésto que armaste me gusta mucho más !
    Leyendas de la tierra, esa canción que nos lleva una y otra vez a la infancia y el rescate de las lenguas originarias .. qué hallazgo ! .. es un tema que me interesa cada vez más.
    Te felicito sinceramente !
    hermoso todo, si hubiera "post favoritos" éste sería uno de los míos !
    Besos.

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  2. Maby, qué maravilla de video y de leyenda. Lo he disfrutado y lo voy a mostrar a mis sobrinos y los niños que me rodean, aunque te diré que no lo disfrutarán tanto como yo. Qué árbol tan lindo! con flores azules. Y la leyenda preciosa. Gracias amiga... Algún día lo conoceré y recordaré este momento en que tú me lo has dado a conocer. La foto, preciosa. Besos.

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  3. Maravillosa la entrada Maby es una leyenda que inspira y el arbol es sumamente hermoso tenemos una avenida bordeada con ellos aunque no es autoctono de esta zona, el riego artificial los mantiene vivos y hermosamente florecidos... la pasion del Jacarandá alfombra las veredas y da gozo al espiritu
    Gracia Maby
    un gran abrazo

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  4. graCiasss
    me aleGro q leS gusTe, ami me enCanta paseAr cuando las vereDas estàn alfomBradas y anDar por la soMbra de los arbOles,
    siemPre terminaMos cantaNdo `al esTe y al oeste ..` como cuaNdo chiCos :)
    le gustö a tus soBrinoS juLIe ?

    ceCi voS sabEs q yo penSe cuanDo enconTrè la trduCCion q era alGo como paraVos :) :)
    iguAl neCesito las oTras foTos, grax

    graCias anTonio, igual q acà aunq no sea auToctono .. que Bueno !

    abraZos a tod@s

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  5. Es una muy buena entrada Maby, te felicito.
    La Naturaleza se renueva para nuestro gozo en la Tierra.
    Un beso.

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